Estimado lector,
Un breve recordatorio de que Jesucristo es el centro inamovible del cristianismo. Cualquier religión actual podría sobrevivir si se remueve a su profeta, dejando solo sus códigos éticos y morales, así como sus revelaciones y enseñanzas. Si quitamos a Joseph Smith, la doctrina mormona no cambiará en nada, podemos sacar a Buda del budismo y este no se moverá un centímetro, se repite el caso con el profeta Mahoma. No hay una dependencia hacia su fundador, ya que tales son sistemas de salvación por obras.
Contrario a esto, el remover a Jesús del cristianismo es teológicamente imposible, nuestra salvación depende de su existencia, no recae en nuestros esfuerzos. No se trata de lo que nosotros hacemos por Él, sino lo que Él hizo por nosotros. La visión cristo-céntica expresa que el cristianismo no es una religión más, es la restauración del nuestra naturaleza caída por gracia. Mas aún, cuando Jesucristo es el protagonista del universo, Dios en su forma humana. Todo fue creado por medio de Él y para Él (Colosenses 1:16-17).
"Porque en él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él. Él antecede a todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten".De igual forma, la Segunda Venida de Cristo manifestará que Él efectivamente es el centro de la historia. La aparición gloriosa (Tito 2:13; 1 Corintios 15:51-52) es el cumplimiento final de la promesa de nuestro Señor de regresar. También es la culminación de toda la profecía bíblica. La disputa final. Una vez que regrese, no habrá más necesidad de debatir sus afirmaciones o la validez del mensaje cristiano. Todo ojo verá al Rey venir en persona.
–Colosenses 1:16-17
Apocalipsis 19 es el capítulo más dramático de toda la Biblia. Es la piedra angular de la muerte y resurrección de Cristo. En este capítulo vemos al Salvador regresar a la Tierra en un caballo blanco para aplastar toda oposición satánica a la verdad. Él establecerá Su reino en la tierra en cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento y de Su propia promesa de regresar.
Jesús mismo les dijo a sus discípulos que no bebería vino después de la última cena hasta que lo bebiera con ellos en el reino de su Padre (Mateo 26:29). Después de la resurrección, los discípulos le preguntaron a Jesús: "¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" (Hechos 1:6). Jesús respondió que el tiempo estaba en la mano del Padre. Somos la generación que vive a puertas de que tal reino se manifieste. Gracias por leer el newsletter de esta semana. No olvide compartir el material con sus familiares y cercanos.
LM