Por Ross Clark
Constantemente se nos dice que estamos en la cúspide de una sociedad sin dinero. A la industria de servicios financieros le gustaría verlo de esa manera. Estamos siendo atraídos con tarjetas sin contacto, aplicaciones de pago por teléfono móvil, y métodos de transferencia bancaria: todo, aparentemente, para nuestra conveniencia.
Pero como Ross Clark argumenta en este nuevo y convincente libro, no nos interesa renunciar al derecho de usar dinero en efectivo. Los intereses comerciales quieren que paguemos electrónicamente para recoger datos valiosos sobre nuestros hábitos de gasto, mientras que a los gobiernos les encantaría que pasáramos a los pagos sin dinero para controlar la economía de la manera que le convenga, no a nosotros.
Si elegimos pagar electrónicamente, eso es una cosa, pero nos arrepentiremos si no defendemos el derecho a pagar con dinero en efectivo.
Constantemente se nos dice que estamos en la cúspide de una sociedad sin dinero. A la industria de servicios financieros le gustaría verlo de esa manera. Estamos siendo atraídos con tarjetas sin contacto, aplicaciones de pago por teléfono móvil, y métodos de transferencia bancaria: todo, aparentemente, para nuestra conveniencia.
Pero como Ross Clark argumenta en este nuevo y convincente libro, no nos interesa renunciar al derecho de usar dinero en efectivo. Los intereses comerciales quieren que paguemos electrónicamente para recoger datos valiosos sobre nuestros hábitos de gasto, mientras que a los gobiernos les encantaría que pasáramos a los pagos sin dinero para controlar la economía de la manera que le convenga, no a nosotros.
Si elegimos pagar electrónicamente, eso es una cosa, pero nos arrepentiremos si no defendemos el derecho a pagar con dinero en efectivo.